sábado, 13 de junio de 2015

A nosotras también nos gusta darnos placer...
Inma Poyato 
Psicóloga - Sexóloga  

Durante toda nuestra vida escuchamos y aprendemos que es normal que los chicos se masturben. Es más, durante la adolescencia, ¿quién no ha escuchado a sus compañeros masculinos discutir sobre quién lo hace más veces al día?
  Sin duda, hablar sobre la masturbación masculina está a la orden del día, pero ¿qué pasa con las mujeres? ¿Ellas no se masturban?
  A lo largo de la historia la mujer no ha tenido derecho al placer ni al disfrute sexual. Su única función en las relaciones sexuales era la de procrear y satisfacer al varón, manteniendo siempre un rol pasivo. Esto ha dejado una importante huella en la sociedad actual.
  Desde pequeños, tanto los niños como las niñas tienden a acariciarse los genitales. Ante esta conducta los adultos suelen reaccionar riñéndoles, principalmente si son niñas; e inculcándole mensajes del tipo “hacer eso es de ser una marrana”. Con esta conducta, los adultos sólo consiguen que el infante asocie el placer como algo negativo.
  Al llegar a la adolescencia, el acto de masturbarse se normaliza con rapidez en los chicos pues en todos los medios (películas, series, humoristas…) se habla de eso con naturalidad. Sin embargo, con las chicas no ocurre lo mismo. En el caso de ellas, hay mucha menos información y ésta, a menudo, viene sesgada de forma machista transmitiendo mensajes del tipo “la mujer que se masturba es una viciosa”.
  Debido a todo esto, en las mujeres que se masturban se genera un sentimiento de vergüenza, e incluso de culpa. Vergüenza por pensar que son las únicas que lo hacen, y culpa porque aún hay quien piensa que puede ser perjudicial para la salud. Esto desemboca en un miedo que les impide preguntar a otras compañeras si lo practican y a compartir con ellas esta nueva experiencia.
  La masturbación es un acto libre que puede llevar a cabo cualquier persona que lo desee. Quien, por el contrario, prefiera no probarlo también es libre de no realizarlo. No se trata de obligar a nadie a hacerlo o dejarlo de hacer, pero es interesante saber que la masturbación nos puede traer beneficios.
  No es raro encontrarse con chicas que nunca han tenido un orgasmo y tampoco es de extrañar que le echen la culpa a sus parejas de ello. Creo que todos alguna vez hemos escuchado quejas como “es que no sabe hacerme disfrutar” o “es que es muy brusco”. Pues bien, ¿cómo pretenden que alguien “adivine” lo que les excita? Quizás sería conveniente que ellas se lo dijeran. O ¿acaso ni siquiera ellas mismas saben lo que les gusta?
   Aquí es donde quería llegar, a recalcar la importancia que tiene conocerse a sí misma en el ámbito sexual. El modo de conseguir esto es mediante la auto-exploración. Toda mujer debería, al menos una vez en la vida, acariciarse lentamente todo su cuerpo parándose a disfrutar de las sensaciones que está experimentando.
   Acariciarse a sí misma todo el cuerpo es la mejor manera de descubrir qué es lo que más nos gusta. Sólo así sabremos si necesitamos más o menos presión en tal zona, más o menos velocidad... No debemos olvidar que cada persona es un mundo y que hay gustos infinitos, por lo tanto en la sexualidad no hay un patrón a seguir.
   De ahí la importancia de descubrir los rincones más ocultos de nuestro cuerpo y la manera de sentir placer. Así, no sólo podremos liberar tensiones y gozar en solitario sino que podremos enseñar cómo hacérnoslo a la persona que tenemos al lado (si la hubiera) para mejorar la vida sexual en pareja.
  Además la masturbación, frecuentemente ligada con el orgasmo, nos puede aportar otros beneficios: ayuda a relajarnos y dormirnos, alivia el dolor y  mejora el estado de ánimo. Asimismo, la masturbación ayuda a que muchas disfunciones sexuales desaparezcan; de ahí que sea una técnica que los expertos recomienden a sus pacientes.
  Hemos evolucionado mucho pero aún nos queda un último empujón para que la masturbación femenina deje de ser un tabú. Hay motivos suficientes para que sea una práctica habitual de la que no haya que avergonzarse.